Skip to main content

Las nuevas regulaciones europeas acerca de productos fertilizantes impulsan el uso de abonos orgánicos que, bajo la premisa de la economía circular, contribuyan al desarrollo sostenible. Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la comunidad gallega consumió en 2020 alrededor de 43.000 toneladas de fertilizantes químicos frente a las 48.700 contabilizadas en 2010. “Hay una clara evolución en la apuesta por los fertilizantes naturales”, explica la responsable general de Tratamientos Ecológicos del Noroeste (TEN), Carmen Pintor, que, desde el municipio de Touro, ha comprobado durante la última década “cómo han crecido nuestras ventas de compost y cómo se ha diversificado su destino al aplicarse en diferentes cultivos”, como plantaciones de frutales, cereales, viñedos e incluso monte.

Precisamente de la utilización del compost elaborado en TEN usando como materia prima los lodos procedentes de las EDAR gallegas tiene un gran conocimiento Susana Gulín, técnica de campo de la bodega Altos de Torona, situada en Tomiño – O Rosal (Pontevedra). “El abono de origen orgánico es una práctica necesaria para favorecer la biodiversidad de los suelos de los viñedos, disminuyendo cada vez más los productos de síntesis y sustituyéndolos por productos naturales”, subraya.

En este sentido, empleado como fertilizante, el compost corrige a largo plazo el déficit de materia orgánica que, con la utilización de abonos foliares, solo podría ser subsanado de forma temporal. “Incorporar materia orgánica de calidad al suelo contribuye a evitar potenciales problemas de carácter físico, químico o biológico que, a la larga, afectan a la calidad de los viñedos”, indican desde TEN.

Altos de Torona, bodega de referencia de la Denominación de Origen Rías Baixas, cuenta con un viñedo de 94 hectáreas en donde aúna la conservación del medio ambiente con la economía de las explotaciones y las exigencias en materia de calidad y seguridad alimentaria. “La realización de planes de acción de conservación en el entorno de los viñedos nos permiten optimizar recursos en beneficio del medio ambiente”, explica Gulín, convencida de la importancia de apostar por el compost de TEN -COMPOSTEN- como “una fuente de nutrientes de origen natural, segura y de calidad que además es obtenida en Galicia a partir de productos reciclados en consonancia con un modelo de economía circular”, lo cual, añade, “reduce, además, la dependencia de la importación de nutrientes”.

 

Un proceso integrado en el ciclo de la naturaleza

El compost mejora la estructura del suelo, incrementando su porosidad y capacidad de retención de agua y disminuyendo su erosión. “Gracias al abono natural, enriquecemos el terreno con agua y nutrientes fruto del proceso de degradación de la materia orgánica por la acción combinada de microorganismos y otros descomponedores”, señala la técnica de campo del viñedo, que añade: “Al devolver el compost al suelo estamos contribuyendo a cerrar el ciclo de la naturaleza”.

Sin ir más lejos, entre las hileras de cepas de variedades autóctonas como Albariño, Caíño Blanco, Godello o Loureira, los responsables desarrollan una viticultura sostenible que ha propiciado que el viñedo se convierta en un hábitat natural de 91 especies de plantas y 71 de animales. Una riqueza biológica que, tal y como asegura Gulín, “enriquece la vid desde sus raíces y favorece la obtención de vinos únicos integrados con la naturaleza”.

Ruta de la biodiversidad

Bodegas Altos de Torona ha desarrollado una ruta interpretativa en la que el visitante puede descubrir la biodiversidad de la zona a lo largo de un recorrido de 2,5 kilómetros de longitud y con una dificultad media-baja. Los paneles informativos muestran detalles acerca de especies de flora como abedules, fresnos o cerezos, e incluso nenúfares, y de fauna, como ranas, sapos, lagartos, lagartijas o gran número de insectos que habitan un terreno cultivado de forma totalmente natural.

Tras marcas comerciales como Altos de Torona Rosal y a través de sus monovarietales, además de un barrica y dos brut, Altos de Torona se diferencia no solo por su variedad directa al consumidor, sino, sobre todo, por su apuesta por un modo de cultivo responsable y sostenible en plenas Rías Baixas.